9 Cosas Que Aprendí Al Mudarme A Europa
7.949 kilómetros de distancia entre Caracas y Barcelona, las 2 ciudades a las que puedo llamar casa. Actualmente más de una década las separa como lugar de residencia.
Aparte de lo obvio de que todos cambiamos con el tiempo, la experiencia de viajar y emigrar a otro país ha tenido efectos determinantes en mí que de otra forma estoy seguro no hubieran ocurrido.
Aquí algunas cosas que he aprendido:
1.- No importa lo que te cuenten, cuánto estudies otras culturas y cuántas fotos mires, nunca será lo mismo que viajar:
Es como que alguien te cuente cómo es el sexo y nunca lo hagas. No hay más que agregar sobre esto.
2.- Lo de tu país de procedencia no es necesariamente lo mejor del mundo:
La verdad es que no quisiera entrar mucho en este tema porque puede tocar algunas sensibilidades, pero fue una revelación importante.
Tenemos la tendencia de pensar que lo nuestro es lo mejor del mundo. “La comida de mi país es la mejor del mundo” (bueno, ¿quizás los italianos y peruanos lo pueden decir?), “el chocolate de mi país es el mejor del mundo”, “los profesionales de mi país son los mejores del mundo”.
La verdad es que una vez que abres tu mente, paladar, sentidos y campo de acción profesional, descubres que hay mucha “relatividad” cultural, que te identificas con lo que has consumido toda tu vida y obviamente te parece lo mejor.
La mejor aproximación es entender que hay mucha variedad y que hay cosas distintas que no son ni mejores ni peores, solo tienen su propia identidad y sus encantos específicos sin ir en detrimento de otras.
Entre todos los temas el que más me incomoda -yo era el primero- es cuando la gente habla de capacidades personales y profesionales: “somos los mejores, estamos en todas partes, hasta en la NASA”. Y sí, puede que en la NASA haya un venezolano, pero también hay mexicanos, japoneses y muchas otras nacionalidades, y hasta quizás en mayor número.
Es importante estar muy orgullosos de lo propio, pero eso no lo hace lo mejor del mundo sobre otras regiones. Hay que promoverlo, pero con mucha humildad. Hay que estar abierto a las otras culturas y reconocer sus puntos fuertes.
3.- Europa está muy abierta a la diversidad cultural:
A pesar de que Europa no está construida por inmigrantes, como por ejemplo Estados Unidos, la apertura en este sentido está bastante generalizada, es una sociedad altamente inclusiva.
Hay comunidades de inmigrantes muy grandes provenientes de todos los continentes y están integradas en la sociedad, se aprecian enormemente sus contribuciones culturales — comida, música y demás artes, entre otros.
Por ejemplo, en Barcelona se hace un gran evento de calle en el año nuevo chino y hasta la alcaldesa ( Ada Colau) ha participado.
4.- Muchos países Europeos son muy liberales (¡y eso es fantástico!):
Se respeta el estilo de cada uno, hay muchas menos reglas sociales “no escritas”. En general, no hay un moralismo exacerbado e innecesario. Esto trae como consecuencia que la gente sea más auténtica, hay una sensación real de libertad.
Temas como la sexualidad, tu estilo de vestir y la música, por ejemplo, son muy respetados. En general, no eres juzgado por cosas superficiales, ni social ni profesionalmente.
5.- Sin bañador es mejor:
Relativo al tópico anterior, una vez que descubres lo liberador y agradable que es ir a la playa en bolas no puedes parar. Naturismo que llaman. Sí, es difícil romper esta barrera con algunos amigos y con la familia, dependiendo de la sociedad de la que vengas. Implica un cambio de mentalidad, aunque parezca superficial.
6.- Hablar sin filtros es una maravilla:
También relativo a lo libre que es la cultura europea, ellos tienen más o menos filtros al hablar dependiendo del país, pero en general son mucho más directos y eso facilita la comunicación. Se pierde menos tiempos en tonterías y eufemismos.
Esto me generó un impacto cultural a primera vista con algunas personas de algunas nacionalidades, pues al no estar acostumbrado pensaba que eran gente ruda en su comunicación. Luego entendí que ellos esperan que tú también les hables así.
7.- Hay 2 tipos de viajeros, el que ve la cultura desde adentro y el que la ve como un parque de atracciones:
Viajando he aprendido muchas cosas, por ejemplo historia, arte y formas de hacer las cosas, que sin duda me han cambiado. Estoy constantemente evaluando otros puntos de vista sobre lo que siempre había asumido como máximas inamovibles o que simplemente no había cuestionado.
Pero igual que he conocido muchos viajeros e inmigrantes que lo ven de la misma forma, he visto también quienes que van a otros lugares, otras culturas y ven todo desde detrás de una barrera, como si hubiera un cristal que los separa en un parque de atracciones en el que son espectadores, no se involucran. Es perder una increíble oportunidad para crecer.
Hay una cita que dice:
Viajar hace que un hombre sabio sea mejor y un tonto peor. — Thomas Fuller
No me considero sabio, pero ciertamente viajar me ha abierto los ojos a un mundo que jamás imaginé.
8.- No hace falta tener un título universitario para ser alguien:
En muchos países como Venezuela, de donde vengo, se tiene la percepción de que si no estudias en la universidad o algún instituto superior serás un perdedor.
Y es de alguna forma cierto, pues al ser tan pequeña la clase media, tener estudios universitarios te garantizaba tener un buen trabajo. Eso antes de todo el desastre político y económico presente.
En Europa esto es completamente distinto. Barcelona está llena de camareros, tenderos y agentes de atención al cliente que tienen uno o más títulos universitarios e igualmente puedes encontrar gerentes y empresarios que no tienen educación superior formal. Para tener una idea, un cerrajero, que parece algo trivial, puede ganar mucho más que un universitario.
Tu nivel educativo no determina el tipo de trabajo que tendrás, ni tus ingresos. Hay distintas variables en juego, entre ellas el nivel de desempleo del país donde vives en Europa, las posiciones más demandadas, las necesidades del mercado, tus habilidades más allá de la educación y un poco de suerte.
La mayoría de trabajos, sin distinción de la preparación que requieren o el reconocimiento que proporcionan, podrían perfectamente proveer una vida “normal” -dependiendo de la situación familiar-, que incluye viajar, tener tiempo libre y recursos para tus aficiones.
9.- Vivir mejor es posible y no es una excepción:
Este es sin duda el tema más importante de todos, el gran resumen de mi experiencia y la razón que me motivó a escribir esto.
Cuando llegué aquí venía de un país del tercer mundo. La verdad es que para ese momento solo había estado en Estados Unidos y Canadá, aunque muchas veces. Veía los países funcionales como algo excepcional. Asumí que la vida era así y que esos eran muy, muy pocos. Imagino que quizás sea el caso de mucha gente en países con situaciones difíciles.
Ahora con una visión más global he visto como incluso en países considerados como de bajos ingresos se puede vivir decentemente, tener una sociedad funcional con todo lo necesario y un entorno seguro. Si hay tantos países que pueden, todos pueden.
Tenemos que cuestionar nuestro presente, nuestra condición de vida, exigir más de nosotros mismos y de nuestros líderes, no hay ninguna excusa para las situación presente en algunos países. Podemos cambiar eso juntos.
Esto no es lo único que he aprendido en esta invaluable experiencia de emigrar, pero si alguien me pregunta será lo primero que me venga a la cabeza y probablemente lo más relevante. Por supuesto esta es una experiencia muy personal y puede ser muy distinta de una a otra persona. ¡Ya volveré con más!
Originalmente publicado en https://en.asiestalavaina.com. Esta historia se ha movido para acá permanentemente.